Diferentes formas de encriptado de la información confidencial durante la Edad Moderna. Antonio Sánchez González
Diferentes
formas de encriptado de la información confidencial durante la Edad Moderna
Antonio Sánchez González
A fines del Medievo y comienzos de la Edad
Moderna la Criptografía alcanza un auge importante como consecuencia de la
aparición de los Estados Modernos (donde la diplomacia adquirió un papel muy
destacado en las relaciones internacionales), convirtiéndose en verdadera obra
de arte.
Entre los procedimientos y sistemas de
cifrados que entonces se idearon sobresalen éstos:
·
el uso de números arábigos
que, en pareja, reemplazaban a las vocales y a las consonantes fáciles de
descifrar, e incluso para complicar más la identificación, cada vocal y cada
consonante podía tener varios signos y combinaciones.
·
el ideado por el monje
alemán Johann Heidenberg (Trithemius) a principios del siglo XVI,
consistente en un tablero de alfabetos superpuesto que manejaba a través de una
clave establecida. Es autor de varias obras de codificación de mensajes,
destacando su célebre Steganographia o ciencia para ocultar las
escrituras[1].
Johannes Trithemius. Steganographia ('Escritura Oculta')
Otro de los criptógrafos más importantes del
siglo XVI fue el francés Blaise de Vigenère (1523-1596), diplomático
francés, cuyo interés inicial en la criptografía era meramente práctico y se
relacionaba con su trabajo. Después, a la edad de treinta y nueve años,
Vigenère decidió que ya había acumulado suficiente dinero como para abandonar
su carrera diplomática y dedicar su vida al estudio. Fue sólo entonces cuando
estudió en detalle las ideas de Alberti, Trithemius y otros, combinándolas
hasta lograr una nueva cifra, coherente y poderosa, que divulgó en su Traité
des chiffres où secrètes manières d'escrire (1586). Esta nueva cifra ha
llegado a nuestros días asociada a su nombre. La fuerza de la cifra Vigenère
radica en que no utiliza uno, sino 26 alfabetos cifrados distintos para cifrar
un mensaje.
o Cifrado de Vigenère (1586)
Se trata de un sistemacriptográfico
polialfabético o de sustitución múltiple, de clave privada o secreta. Este tipo
de criptosistemas aparecieron para sustituir a los monoalfabéticos o de
sustitución simple, basados en el algoritmo de Cesar que hemos visto
anteriormente, que presentaban ciertas debilidades frente al ataque de los
criptoanalistas relativas a la frecuencia de aparición de elementos del
alfabeto.
El principal elemento de este sistema es la
llamada “tabla de Vigenère”, una matriz de caracteres cuadrada, que se muestra a continuación:
Tabla de Vigenère
Para el proceso del cifrado, el mensaje a
cifrar en texto claro ha de descomponerse en bloques de elementos (letras), del
mismo tamaño de la clave y aplicar sucesivamente la clave empleada a cada uno
de estos bloques, utilizando la tabla anteriormente proporcionada,
perteneciendo las letras de la clave a la columna de la izquierda.
Un ejemplo podría ser el siguiente,
utilizando como clave la palabra “prueba” y
como mensaje en claro “cifrado de Vigenère”:
C
|
I
|
F
|
R
|
A
|
D
|
O
|
D
|
E
|
V
|
I
|
G
|
E
|
N
|
E
|
R
|
E
|
P
|
R
|
U
|
E
|
B
|
A
|
P
|
R
|
U
|
E
|
B
|
A
|
P
|
R
|
U
|
E
|
B
|
Cifrado: R Z Z V B D D U Y Z J G T E Y V F
Este método de cifrado polialfabético se
consideraba invulnerable hasta que en el siglo XIX se consiguieron descifrar
algunos mensajes codificados con este sistema, mediante el estudio de la
repetición de bloques de letras: la distancia entre un bloque y su repetición
suele ser múltiplo de la palabra tomada como clave.
Ya en el
siglo XVII, a Gustavus Selenus, pseudónimo del duque alemán Augusto II
de Brunswick-Lüneburg, se le debe la obra "Cryptomenytices et
Cryptographiae" (1624)[2].
En ella, Selenus presenta una complejidad -desconocida hasta entonces-
empleando una rueda que permite hacer girar una veintena de círculos
concéntricos, cada uno de los cuales contienen dupletes (grupos de dos
palabras), así como tablas que contienen unos treinta mil tripletes.
En la
corte francesa de Luis XIV y Richelieu, se utilizó otro procedimiento
criptográfico compuesto por Antoine Rossignol y su hijo Bonaventure,
conocido por la Gran Cifra de Luís XIV, a base de grupos de números para
designar letras, sílabas, palabras frecuentes, números y nombres propios; era
prácticamente indescifrable, hasta el punto que no se consiguió interpretar hasta fines del siglo XIX[3].
Igualmente
se idearon en el siglo XVII los denominados sistemas de «repertorios» o
«nomenclatores» —también llamados «códigos» o «tablas cifradoras»—, libros con un número más o menos elevado de
palabras o frases adecuadas al uso destinado, a cada una de las cuales
corresponde una cifra compuesta, por lo general, de una a cuatro o cinco letras
del alfabeto y/o números arábigos. Por consiguiente, la diferencia esencial
entre el «nomenclátor» y el «diccionario» estriba en que éste procura abarcar
todas las palabras, en tanto que aquél recoge sólo un número limitado de ellas.
Durante el
Antiguo Régimen, como vimos ya en el caso de la corte de Luís XIV, el interés
de los monarcas por la Criptografía fue notable. Después nos referiremos al
cifrario de los ejércitos de Felipe II, descifrado por el matemático francés
Viète para el rey galo Enrique IV[4].
Otro caso paradigmático fue el de María Estuardo, reina de los escoceses,
ejecutada por su prima Isabel I de Inglaterra al descubrirse un complot de
aquélla tras un criptoanálisis exitoso por parte de los matemáticos de Isabel.
[1]
Johannes
Trithemius, conocido como Johann von Heidenberg (1462-1516) fue el fundador de
la sociedad secreta Sodalitas Celtica (Cofradía Céltica) —dedicada al estudio de las lenguas, las matemáticas,
la astrología y la magia de los números—. Es autor de la famosa Steganographia o
ciencia para ocultar mensajes, obra publicada originalmente en 1500 (la edición
del año 1606, única conocida, aparece ya incompleta), y de una Polygraphia
(1518), compleja obra dedicada a la codificación de mensajes. Su primer libro
contiene nada menos que 376 alfabetos de 24 letras, el segundo libro presenta
otros 1.176 alfabetos en tres columnas, lo que forman 3.528 dicciones de una
lengua universal mientras que el tercer libro muestra 132 alfabetos de dicciones
inventadas, a las que hay que quitar la segunda letra de cada palabra para
escribir mensajes en clave... Según ciertos autores, ambas no son sino una
única obra presentada en dos partes diferenciadas: la primera es metafísica y
teórica, la segunda es práctica.
[2]
Augusto
II de Brunswick-Lüneburg o Gustavus Selenus (en español sería
algo así como "El hombre en la Luna"), era un aficionado a la
criptografía y el ocultismo, que publicó en su obra criptográfica
"Cryptomenytices et Cryptographiae" (Lüneburg, 1624) el "Libro
III" de la Steganografía del abad Johannes Trithemius, analizándolo
aunque sin ofrecer una solución a las claves secretas que contiene (Heidel, en
1676, pretendió haber descifrado el código publicando una serie de
indescifrables criptogramas cuya clave no proporcionó, por lo que jamás se ha
llegado a saber si era cierto o no). El título completo de esta obra suya más
conocida es Cryptomenytices: "Gustavi Seleni Cryptomenytices et
Cryptographiæ, Libri IX. In quibus & planissima Steganographiæ à Johanne
Trithemio, Abbate Spanheymensi & Herbipolensi, admirandi ingenii Viro,
magicè & ænigmaticè olim conscriptæ, Enodatio traditur. Inspersis ubiquè
Authoris ac Aliorum, non contemnendis inventis, nombre tan largo en el que
el autor no presenta al lector duda alguna de quién fue su autor, en qué obras
se basó o qué es lo que trata... En ella, como decimos, Selenus presenta la
novedad de emplear una rueda que permite hacer girar una veintena de círculos
concéntricos, cada uno de los cuales contienen dupletes (grupos de dos
palabras), así como tablas que contienen unos treinta mil tripletes.
[3]
La
alteración de la cifra monoalfabética básica de diversas maneras, tales como
añadir homófonos, hizo posible cifrar mensajes de forma segura, sin tener que
recurrir a las complejidades de la cifra polialfabética. Uno de los ejemplos
más notables de una cifra monoalfabética mejorada lo constituyó la llamada Gran
Cifra de Luís XIV, la cual fue utilizada para cifrar los mensajes más
secretos del rey, protegiendo los detalles de sus planes, conspiraciones y
maquinaciones políticas. La Gran Cifra
fue inventada por el equipo formado por un padre y su hijo, Antoine y
Bonaventure Rossignol. Antoine había alcanzado prominencia por vez primera en
1626, cuando le entregaron una carta codificada capturada a un mensajero que
abandonaba la sitiada ciudad de Réalmont. Antes de que acabara el día ya había
descifrado la carta, revelando que el ejército hugonote que había mantenido la
ciudad estaba a punto de caer. Los franceses, que hasta entonces no habían sido
conscientes de la desesperada situación de los hugonotes, devolvieron la carta
acompañada de su desciframiento. Los hugonotes, al saber ahora que su enemigo
no cedería, no tardaron en rendirse. El desciframiento había tenido como
resultado una cómoda victoria francesa. Las páginas cifradas contenían miles de
números, pero sólo 587 diferentes.
[4]
Este
importante matemático francés se hizo famoso precisamente por su hazaña de
descifrar los mensajes secretos que el rey de España enviaba a su ejército en
Flandes.